PALACIO MUNICIPAL DE TRUJILLO

Hacia la tercera década del siglo XVll, el Cabildo que regiría la administración de la naciente ciudad compro la casa y solar del contador Antonio Urraco, ubicada en una de las esquinas de la Plaza Mayor, para construir su local en el que actualmente se encuentra el Palacio Municipal.
El Palacio Municipal que hoy en día conocemos es uno de los principales
sitios de interés de todo Trujillo debido a su estructura que presenta,
construida por primera vez por el arquitecto Alonso de las Nieves, teniendo una
sola planta con una fachada de pórticos de arcos de medio punto. Más adelante
se construyó un segundo piso, desde donde se conducían los cabildos abiertos y
su balcón servía para presenciar los eventos públicos de aquel entonces.
Luego, en la segunda década del siglo XX,
esta primera construcción fue demolida por orden e iniciativa del entonces don
Víctor Larco Herrera, quien donó a la ciudad la construcción del actual Palacio
Municipal, que estuvo a cargo del arquitecto italiano Doménico Tanlongo, la
cual fue estrenada el 21 de enero de 1917 por el alcalde Don Francisco Jimeno. Al
comienzo, el Palacio Municipal contaba con dos pisos, pero a modo de mansarda
se colocó un tercer piso con frontón triangular, inspirado también en los
cánones de la arquitectura clásica, nivel que quedo en malas condiciones luego
del terremoto de 1970, por lo que fue desmantelado por motivos de seguridad.
Actualmente está distribuida de la siguiente
manera: El primer piso de esta construcción se diseñaron las oficinas
municipales. En el segundo nivel, se ubicó el despacho del alcalde y otros
ambientes principales para uso oficial, así como el salón consistorial, por el
que se accede a un balcón situado sobre la puerta principal.
En conclusión, podemos decir que la construcción del Palacio Municipal
de Trujillo tuvo varias etapas durante el trascurso del tiempo, y gracias a eso
es que es uno de los lugares más llamativos a visitar, ya que su estructura es
compleja y antigua, adquiriendo un valor significativo y único de la época
colonial.
Por: Víctor
Hugo Rosas Castro
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